La limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo “normal” de una persona, no le priva de sus derechos humanos; el respeto y atención de los mismos, prueba es del grado de civismo y bondad de su respectiva sociedad.
Aproximadamente el 3 % de los panameños padece de algún grado de discapacidad; segmento poblacional que ha logrado visibilidad y empatía en el resto de la sociedad, situación que se refleja en la mayor atención que el estado a través del Ministerio de Salud y otras instituciones les brinda.
El subdirector médico del Centro de Rehabilitación Integral del MINSA, región de Chiriquí, William Kelso, aseguró que aún en grados severos de discapacidades como los trastornos neurosensoriales, la adecuada administración de tratamientos médicos y fisioterapias, mejoran la calidad de vida de los pacientes.
Desde fines del pasado siglo, en Panamá se han logrado importantes avances en la atención de las personas con discapacidades en los sistemas públicos de salud y educación; pues además de la implementación de políticas de inclusión, se desarrollan programas socioeconómicos a favor de estas minorías.
“Generalmente la integración social de los niños con discapacidad es difícil; requiere de la intervención de pediatras, psicólogos, terapeutas del lenguaje y otros profesionales; pero sobre todo del amor de sus padres y del apoyo de familiares y demás miembros de la comunidad”, señaló Kelso.